Una Sorpresa Celestial

En cualquier lugar, en cualquier instante de la vida de una mujer embarazada puede suceder algo que podría cambiar todo, incluso la visión de una eterna búsqueda de la felicidad.

Fue en ese instante natural de la concepción cuando una mujer había quedado embarazada a sus 37 años de edad, después de 18 años de haber tenido a su primera hija.

Una sorpresa para ella, para la familia, para el esposo, para la hija, quienes no aceptaron con mucho beneplácito aquella noticia.

Sin embargo después de pasar el gran asombro por su estado, fácilmente entró en el mundo de la maternidad.

Fueron 9 meses de ilusiones, planes, sueños, como cualquier mujer cuando Dios decide el milagro de la concepción.

Fueron 9 meses de ilusiones, sintiendo que era como primeriza, impregnada de sueños, acompañados de incertidumbre por el embarazo catalogado de alto riesgo y por un trastorno que apareció con el embarazo como es la Hipertensión arterial.

Sin embargo la fuerza de la maternidad con todas las emociones encontradas hizo una barrera de esperanza.

Así pues, todo estaba listo, llegó el gran día.

El nacimiento de Sara.

La esperaba un gran número de familiares atentos a los acontecimientos.

Nace a las 8:00 de la mañana y después de 12 horas de espera para conocer a su bebé, llega a la habitación en una cunita la pequeña Sarita con su carita mojada en llanto.

Su madre la sostuvo en sus brazos con un amor indescriptible, casi a gritos expresaba lo hermosa que era su hija, con un deseo animal y natural de alimentarla con sus pechos desbordados de felicidad al verla.

Enseguida llegó el doctor para informar a la madre que había sospechas de que Sara había nacido con una condición, basada en los rasgos que se podían observar clínicamente. Estaban hablando de Síndrome de Down.

El médico, después de explicar a la madre y a la familia de qué se trataba esta condición, la refirió a un Genetista para realizar un Cariotipo y comprobar el diagnóstico.

A la mañana siguiente la madre de Sara, además de sentir muchas emociones encontradas de haber llorado toda la noche y de una aceptación amorosa, sólo deseaba estar con su pequeña, dejando la incertidumbre y las preguntas para un después que no tardó en tener soluciones y respuestas.

El inmenso amor que abrigaba aquella mujer por su niña fue derrumbando todo a su paso, no existía nada que pudiera empañar la decisión de avanzar y avanzar con su hija.

Los prejuicios, las quejas, las inconformidades, los miedos, nada empañaron en aquella mamá la ternura que sentía por aquella criatura indefensa y hermosa.

Más tarde comenzaron a suceder los milagros.

A los 15 días del nacimiento de Sara, llegó a las manos de su madre un periódico con un reportaje de un lugar de Estimulación Temprana.

Todo era como un mundo nuevo al que había que descubrir, conocer y conquistar. Términos, modalidades, terapias, tiempo, preguntas, retos. Un abanico de nuevas experiencias junto a su hijita.

Inmediatamente Sara fue ingresada a ese centro de estimulación, donde recibió el amor inmenso de aquellas personas tan especiales que enseñaron a la madre de Sara a entender que ese amor que le invadió justo al nacer su hija tenia ahora frente a sus ojos la respuesta. Nada más había que amarla. Era todo lo que había que hacer para tener como resultado una personita con un gran potencial físico, mental y emocional y sobre todo una gran capacidad de amar, amar a su madre, a su padre, a su familia.

Sara se hizo dueña de las actividades que realizaba en ese centro, entre las cuales estaba Fisioterapia, Psicología y Terapia de Lenguaje.

En todas las cesiones las profesionales de las áreas disfrutaban las sesiones con Sarita. En Fisioterapia logró andar a los 13 meses, en Psicología respondía muy bien y en Lenguaje sus balbuceos y palabritas fueron logrados con bastante normalidad.

Esa mamá no pudo sentir diferencias marcadas entre un bebé convencional y su niña especial.

Dios quiso entregarle ese regalo a su mamá ya que en el curso del embarazo por la edad de la madre se había tenido que someter al temor, tanto del Obstetra como de la familia de que pudiera nacer un bebé con dificultades físicas. Pero la maternidad de ella defendió con absoluta resolución el término de su embarazo y cuando nace y se encuentra con esa realidad lo acepta con humildad, y siguió su sendero de retos lleno de sorpresas. Sara le demostraba con sus avances, el buen desarrollo que tenía en las terapias y en su hogar, y muy fácilmente interpretó que Dios había hecho el milagro de darle una niña especial con fortalezas increíbles. No presentó ninguna complicación de salud como es la cardiopatía congénita muy común en estos casos. Fue una niña muy saludable. Ese precisamente fue el gran regalo de Dios. Me dio una niña con Síndrome de Dowm pero sin complicaciones.

La Felicidad que tanto había buscado durante su vida la había encontrado al fin. Estaba en aquella niña, en una sonrisa, en unos pasos pequeñitos, en el gran acontecimiento diario jamás vivido como era el logro de ver en ella su desarrollo, su primera palabra, su primera sonrisa, su primera palmada, su primer movimiento rítmico, sus primeros pasos, el mejor de todos cuando logró decir mamá y papá. Avances significativos y trascendentales para una bebe especial.

Es una niña que vino a llenar sus vidas de colores, de música, de canciones, de poemas, de retos tan altos como una montaña, pero con la gracia de poder escalar esa montaña seguros de que durante el paso de ese sendero lo que nos esperaba era crecimiento humano, conocimiento, descubrimientos, y dádivas multicolores.

Pasado un largo tiempo, Sara alcanzó los dos años de vida en medio de terapias, alegría, y logros.

Recuerda su madre que el Genetista que evaluó a su pequeña, apenas de 8 días de nacida, expresó con una ligera tranquilidad en sus palabras que la niña tendría muy poca oportunidad de desarrollarse. Sus palabras fueron… “No se garantiza en estos niños que caminen, que hablen, que asistan a una escuela”, entre otras calificaciones crueles a los oídos de una madre que con tan solo días de nacida su bebé acudió al consultorio de ese médico con la esperanza y la seguridad de encontrar respuestas positivas y alentadoras que quizás la experiencia en el área lo obligaba a expresarse de esa manera.

Para la madre de Sara significó una noche entera de incertidumbre, preguntas sin respuestas. Pero al día siguiente de ese desagradable momento, los movimientos de Sara, la actividad de sus brazos y piernas, su llanto a la hora de pedir su leche materna por supuesto, la succión del pezón con brío y entusiasmo, su mirada buscando quizás ese amor que necesitaba para avanzar, y la canción acostumbrada desde que estaba en el vientre de su madre, bastó para fusionarse en un sentimiento grandioso e indescriptible con el ser de su Sara Isabel, aferrándose a su cuerpito pequeño con un delicado abrazo profundo desbordado de amor y felicidad.

Desde luego que la llegada de Sara Isabel a la familia provocó reacciones naturales por la sorpresa de recibir una bebé con una condición especial.

La familia por cierto, muy numerosa, manifestó una aceptación espontanea inmediata, sin dejar de mencionar que sintieron un poco de pena por la nueva situación a la que debía enfrentar la madre de Sara.

El caso del abuelo de Sara, fue maravillosa su actitud ante la pequeña. La recibió en su casa como si viera en ese momento a un ángel. Su cara sobria y malhumorada se transformó desde ese momento en el rostro más genuino cargado de ternura y dulzura jamás visto por la madre de Sara. Desde ese momento ese abuelito cuando veía a la niña se dibujaba en su rostro un poema difícil de descifrar, pero que la niña y su madre supieron darle forma y disfrutaron del abuelo hasta el momento de su partida.

Continuaba pasando el tiempo junto con el crecimiento de Sara Isabel.

Después de culminar la etapa de las terapias, cuando alcanzaba los 3 años, ingresa a otra institución especial para integrarla en grupos de iguales, para la socialización, aprendizaje y continuar con el desarrollo cognitivo tan necesario para su futuro.

Ese lugar estaba integrado por niños en su mayoría con su misma condición y edad. Fue maravillosa la experiencia vivida y los resultados obtenidos.

Más tarde por razones laborales de su madre ingresa en una Guardería donde pasaba todo el día, por cierto, sin ninguna novedad que pudiera impedir la asistencia al mismo.

Después asistió a un Pre-escolar, pues la intención original era incluirla en un sistema de educación regular y continuar así con la integración de Sara Isabel a la Sociedad y la Comunidad como un ser humano más sin diferencias ni prejuicios.

Así fue hasta que un equipo especializado en el área de educación especial me sugirió que ingresar a Sara en una Escuela de Educación Especial donde tendría mucho más atención directa.

Obediente y segura de ser acertada la decisión de llevarla a otro lugar de asistencia educativa, comenzó entonces el largo camino de experiencias en la Escuela Especial, luego en el Taller Laboral, donde casi simultáneamente la niña desarrolló su talento en el baile y expresión corporal; posteriormente fue incluida en una Escuela de Danza y logró destacarse y demostrar una fortaleza inmensa en el área del baile.

Sara ha tenido la oportunidad de presentarse en la Televisión, en Teatros, Escuelas, Gimnasios, eventos al aire libre, donde en cada presentación a la familia y sus padres el orgullo los elevaba hasta el mismo cielo para agradecer a Dios el haberles dado esa niña que con sus logros demostraba la importancia que tiene la humildad en esta vida, lo valioso de aceptar las personas tal y como son, de entender que sólo hay un camino a la felicidad, y no es otro que el Amor.

Hoy Sara Isabel cuenta con 28 años de edad, su maravillosa presencia sigue llenando de felicidad, motivación, empeño, alegría, y retos a su familia en general, es la compañera de una madre de 66 años que pide a Dios todos los días que le conceda el honor de seguir viviendo el mayor tiempo posible para seguir disfrutando de su amada hija, quien sigue siendo como en aquel momento al verla cuando la recibió en sus brazos el día de su nacimiento, la criatura más hermosa del mundo.

Es por eso que ha querido hacer de esa experiencia vivida un momento Celestial. Así lo ha sentido siempre.

Dios es quien organiza nuestras vidas, él es quien te traza el sendero que has de recorrer. Y por medio de las cosas que vivimos nos habla siempre del amor, de la belleza de la vida, de la grandeza, de lo sencillo, de lo simple.

Esa madre ha conocido a Dios por medio de su hija Sara Isabel. Ella había buscado por muchos años una felicidad distorsionada por la gente, el que dirán, la Sociedad, los valores perdidos, lo material; estaba perdida en un mundo al revés.

Hoy por hoy su vida es estable, el mundo es el mismo, Sara se lo cambió, Dios le dio la oportunidad de conocer la felicidad por medio de su hija y las experiencias vividas junto a ella. Ese es el milagro Celestial.

Ellos hoy siguen adelante en compañía de esos ángeles enviados por Dios que en cada mañana se pueden sentir cuando sale el sol y comienza un nuevo día de experiencias hermosas e infinitas.

Autora: Zaida Josefina González Lizausaba